«Un hombrecillo, un verano / encontró una esponja a mano. / Cuando nadie lo miraba, / la estrujó a ver qué pasaba». Estas son las primeras palabras que desatan el más loco viaje qu...
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«Un hombrecillo, un verano / encontró una esponja a mano. / Cuando nadie lo miraba, / la estrujó a ver qué pasaba». Estas son las primeras palabras que desatan el más loco viaje que se pueda imaginar. La curiosidad lleva a este hombrecillo a estrujar una extraña esponja que, inmediatamente, libera tal cantidad de agua que todo lo que alcanza la vista queda inundado.
El hombrecillo debe entonces sobrevivir en un mundo de agua utilizando cualquier objeto flotante que tenga a mano. Un tonel, una barca y una cama le servirán para navegar por ese mar interminable; una buhardilla y un volcán le permitirán pisar un poco de terreno firme.
Hanx Traxler nació en la República Checa en 1929 y, en 1951, se trasladó a Alemania, donde comenzó sus estudios artísticos. En 1962 participó en la fundación de la revista Pardon y, posteriormente, creó la revista satírica Titanic. Es considerado uno de los grandes ilustradores del siglo XX, tanto por sus trabajos infantiles, como por sus dibujos de carácter político, caricaturas y tiras cómicas satíricas. Además, Traxler crea sus propios textos, que forman el acompañamiento perfecto de sus dibujos. Una fantasía caótica caracteriza la obra que presentamos, donde el universo se vuelve absurdo, pero, en cierta forma, es lo que ocurre en algunas ocasiones en la vida real.
Miguel Azaola Rodríguez-Espina comenzó en la década de los 70 a trabajar como director editorial del grupo Santillana en varios de sus sellos como Altea, Alfaguara Infantil o Aguilar. Durante dos décadas fue el encargado de la edición, y en algunos casos también de la traducción, de cuantiosos títulos de literatura infantil y juvenil europea en nuestro país. Fue el primer presidente del IBBY (International Board on Books for Young People) nombrado en España en 1982, que aquí recibe el nombre de Organización Española Para el Libro Infantil y juvenil (OEPLI). También fue miembro de la Cámara del Libro de Madrid. Entre sus traducciones, encontramos títulos de autores consagrados como Roald Dahl, Arnold Lobel, Tony Ross, Werner Holzwarth, Maurice Sendak, Quentin Blake o Rosemary Wells. También se ocupó de traducir los libros de la serie El pequeño Nicolás, de los franceses Goscinny y Sempé, a la muerte de Esther Benítez en 2001, la que había sido hasta entonces su traductora habitual.
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